Ecovivienda

Consejos, Recomendaciones, Ideas

Cuál Es La Promesa Del Espíritu Santo?

Cuál Es La Promesa Del Espíritu Santo
La promesa del Espíritu Santo No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros. Juan 14:18 Cuando Jesús estuvo en la tierra, le hizo una promesa a sus discípulos, válida para todos los creyentes, y es que no estarían solos; no estaríamos huérfanos. El evangelio de Juan nos habla de que Jesús vendrá; pero el evangelio de Mateo, lo pone en presente, y dice: y he aquí, yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo.

  • Mateo 28:20).
  • Jesús se fue al cielo, pero mora en el corazón de cada creyente.
  • En el momento que le tocó ascender al cielo, luego de ser resucitado, Jesús se separo de sus discípulos, y dice la Biblia que ellos venían dando señales de gozo, que estaban siempre en el templo adorando y alabando a Dios.

(Juan 24:50-53). Y por qué? Pero si Jesús se había ido, debían estar tristes? Pero sin embargo están llenos de gozo. La explicación es que cumplía la promesa que él les había hecho: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré.

  • Juan 16:7).
  • Jesús iba a preparar un lugar para que donde él esté, sus discípulos estén, y nosotros, los creyentes, también podamos estar; y él vendrá otra vez y os tomaré a mí mismo (Juan 14:3).
  • En otras palabras, para entender ese asunto de que se fue, pero vendrá es simple: Dios es Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Jesús se fue a estar en la presencia del Padre, a interceder por cada uno de nosotros; pero envió el Espíritu Santo, su Santo Espíritu, el Espíritu de Cristo, para que todo aquel que en él cree no esté solo en la tierra; que sepa que el Dios Padre, por medio del Espíritu Santo, mora en cada corazón que cree y acepta a Jesús, su Hijo, como su Señor y Salvador.

  1. Y la presencia de Dios, de Cristo, del Espíritu Santo, nos da gozo, en lugar de tristeza.
  2. Y podemos sentir a Dios cada vez que nos humillamos y pedimos perdón por nuestras faltas.
  3. Aunque mi padre y mi madre me dejaran, con todo, Jehová me recogerá.
  4. Salmos 27:10).
  5. La promesa del Espíritu Santo no es solo eso; es una realidad para el creyente que ama a Dios; su presencia da fuerzas y fortalezas para vencer las adversidades mientras estemos en la tierra; pero más importante: el sello del Espíritu Santo, el andar en amor, el creer en Jesucristo, (Efesios 1:13) es la garantía de que un día estaremos cara a cara delante delante de Jesús, de Dios, en el reino de los cielos.

(1 Juan 3:2). : La promesa del Espíritu Santo

¿Cuándo se cumplio la promesa del Espíritu Santo?

La Iglesia animada e iluminada por el Espíritu Santo – Por: Carlos Alonso Vargas Pentecostés es una de las fiestas más prominentes en el calendario litúrgico católico. Pero ¿qué es Pentecostés, y cuál es la razón de su importancia? ¿Qué pertinencia práctica tiene esa festividad para nuestra vida cristiana? En Pentecostés celebramos aquella ocasión en que, cincuenta días después de la Resurrección del Señor, el Espíritu Santo descendió sobre los primeros discípulos que estaban reunidos en oración.

Para comprender el significado espiritual de este acontecimiento daremos un vistazo a algunas de las promesas que Dios hizo al pueblo de Israel. El Espíritu Santo y el pueblo de Israel. En el Antiguo Testamento, al Espíritu Santo se lo relaciona principalmente con el don de profecía. En el libro de los Números se narra un episodio en que Josué trata de impedir que unos jefes del pueblo profeticen y Moisés le contesta: ‘¿Ya estás celoso por mí? ¡Ojalá el Señor le diera su espíritu a todo su pueblo y todos fueran profetas!’ (Números 11, 29).

Este deseo de Moisés expresa la esperanza de que un día todo el pueblo de Dios reciba el espíritu de profecía, es decir, el Espíritu Santo. Más tarde los profetas, transmitiendo las promesas de Dios a su pueblo, hablan con mayor claridad acerca del Espíritu Santo.

Isaías, entre otras promesas sobre este tema, dice: ‘Voy a hacer que corra agua en el desierto, arroyos en la tierra seca. Yo daré nueva vida a tus descendientes, les enviaré mi bendición’ (Isaías 44, 3). Ezequiel registra una promesa similar: ‘Pondré en ustedes un corazón nuevo y un espíritu nuevo. Quitaré de ustedes ese corazón duro como la piedra y les pondré un corazón dócil.

La promesa del Espíritu Santo (Juan 14:15-16)

Pondré en ustedes mi Espíritu, y haré que cumplan mis leyes y decretos. y serán mi pueblo y yo seré su Dios’ (Ezequiel 36, 24-28). El Señor promete enviar su Espíritu sobre todo su pueblo (como lo anhelaba Moisés), y asegura que el Espíritu divino estará dentro de ellos y los transformará para que cumplan los mandamientos de Dios.

  • Otro profeta que habla con claridad del Espíritu Santo es Joel, por medio del cual Dios promete: ‘Después de estas cosas derramaré mi Espíritu sobre toda la humanidad: los hijos e hijas de ustedes profetizarán, los viejos tendrán sueños y los jóvenes visiones.
  • También sobre siervos y siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días’ (Joel 2, 28-29; en algunas versiones es Joel 3, 1-2).

También aquí la acción del Espíritu Santo se relaciona con el don de profecía, pero se promete un derramamiento generalizado. Todos estos pasajes anuncian una época futura en que el Espíritu Santo ya no se manifestará solo en personajes especiales (como Moisés o los profetas) sino que se ‘derramará’ como agua sobre todo el pueblo de Dios.

  1. A esa época futura se la llama habitualmente la ‘era mesiánica’, es decir, el tiempo en que vendría el Mesías y reinaría sobre su pueblo.
  2. En efecto, todas estas promesas del Antiguo Testamento hallan su cumplimiento en Jesús, el Mesías prometido.
  3. El Espíritu Santo y el Mesías.
  4. Una de las profecías más explícitas acerca del Mesías asegura que el Espíritu Santo habitará en él de una forma especial: ‘Saldrá un vástago del tronco de Jesé, y un retoño de sus raíces brotará.

Reposará sobre él el espíritu de Yahveh: espíritu de sabiduría e inteligencia, espíritu de consejo y fortaleza, espíritu de ciencia y temor de Yahveh’ (Isaías 11, 1-2 BJ). En efecto, todas las promesas que Dios había hecho a Israel encuentran su cumplimiento en la persona de Jesús, el Mesías o el ‘Ungido’: en él reposará el Espíritu Santo, según la promesa del Señor.

  • Llegado el momento, Dios interviene en nuestra historia al enviar a su propio Hijo como hombre, el Mesías esperado, para salvar a la humanidad toda.
  • En Cristo se cumple la promesa de Dios de derramar el Espíritu sobre todo su pueblo.
  • Esta venida del Espíritu Santo se realiza primero en el Mesías mismo; después, por medio de él, se hace realidad en la nueva comunidad de los creyentes.

Así Dios Hijo, el Verbo eterno, se hace hombre al ser concebido en el vientre de la Virgen María por obra del Espíritu Santo (v. Lucas 1, 26-38; Mateo 1, 18-20). Ya desde la Encarnación del Hijo de Dios vemos, entonces, que el Espíritu de Dios está fuertemente vinculado con su vida terrenal.

  • Los pasajes que nos narran el bautismo de Jesús (Mateo 3, 13-17 y paralelos) dicen claramente que el Espíritu se manifestó en esa ocasión ungiendo a Jesús para que él iniciara su ministerio.
  • También el Evangelio según San Juan consigna unas palabras de Juan el Bautista que conectan la misión de Jesús con la acción del Espíritu Santo: ‘¡Miren, ese es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!’ Juan también declaró: ‘He visto al Espíritu Santo bajar del cielo como una paloma y reposar sobre él.

Yo todavía no sabía quién era; pero el que me envió a bautizar con agua, me dijo: ‘Aquel sobre quien veas que el Espíritu baja y reposa, es el que bautiza con Espíritu Santo» (Juan 1, 29.32-33). En efecto, podemos resumir la obra de Jesús en dos acciones: por su sacrificio en la cruz quita los pecados del mundo, y por su glorificación bautiza con el Espíritu Santo.

El Evangelio según San Juan presenta también unas palabras de Jesús que se explican con referencia al Espíritu Santo: ‘El último día de la fiesta era el más importante. Aquel día Jesús, puesto de pie, dijo con voz fuerte: ‘Si alguien tiene sed, venga a mí, y el que crea en mí, que beba. Como dice la Escritura, del interior de aquél correrán ríos de agua viva.’ Con esto, Jesús quería decir que los que creyeran en él recibirían el Espíritu; y es que el Espíritu todavía no estaba, porque Jesús aún no había sido glorificado’ (Juan 7, 37-39).

En Cristo estaba actuando el Espíritu Santo como una fuente poderosa, y él había de darlo a quienes creyeran en él; pero esta efusión del Espíritu solo ocurriría cuando él fuera glorificado en su muerte y su resurrección. Así pues, según el mismo Evangelio, en la víspera de su pasión Jesús promete a sus discípulos la venida plena del Espíritu Santo (Juan 14, 15-19.26; 15, 26; 16, 7-15).

Al hacerse hombre, Cristo se había despojado en gran medida de sus prerrogativas divinas, y el Espíritu solo se manifestaba en forma limitada. Pero ahora, al ser glorificado, él podría enviar el Espíritu a sus discípulos con todo su poder. El Espíritu traería algo mucho más completo que la presencia física de Jesús, de modo que los discípulos estarían en ventaja respecto al tiempo en que los acompañaba el Señor en su condición limitada.

Dice Jesús: ‘Es mejor para ustedes que yo me vaya. Porque si no me voy, el Defensor no vendrá para estar con ustedes; pero si me voy, yo se lo enviaré’ (Juan 16, 7). Gracias al Espíritu, los discípulos tendrían dentro de sí la presencia viva de Jesús resucitado, con todo su poder, su amor y su gloria.

See also:  Que Significa Soñar Bañarse En Un Río Con Agua Limpia?

El Espíritu Santo y la comunidad cristiana. Antes de su Ascensión al cielo, el Señor reiteró la promesa de enviar al Espíritu: era lo que había prometido Dios desde los tiempos del Antiguo Testamento, y lo que Jesús explicó durante la Última Cena: ‘Esperen a que se cumpla la promesa que mi Padre les hizo.

Juan bautizó con agua, pero dentro de pocos días ustedes serán bautizados con el Espíritu Santo Cuando el Espíritu Santo venga sobre ustedes, recibirán poder y saldrán a dar testimonio de mí’ (Hechos 1, 4-5.8; v. también Lucas 24, 49). Jesús promete entonces que sus discípulos serían ‘bautizados con el Espíritu Santo’: el Espíritu se derramaría sobre ellos, haciendo realidad lo que Juan el Bautista había anunciado sobre Jesús.

  1. Según ese pasaje de los Hechos, el principal resultado de este derramamiento será que ellos ‘recibirán poder’ para predicar el Evangelio a toda la humanidad.
  2. La promesa se cumple diez días después de la Ascensión, cuando todos los seguidores de Jesús están reunidos en oración en el día de Pentecostés.

Pentecostés era una festividad judía que conmemoraba el día en que Dios había dado su Ley al pueblo de Israel en el Sinaí. Se celebraba cincuenta días después de la Pascua. La palabra ‘pentecostés’, de origen griego, significa ‘cincuentena’. Según los Hechos de los Apóstoles, ese día ‘todos los creyentes se encontraban reunidos en un mismo lugar.

De repente, un gran ruido que venía del cielo, como de un viento fuerte, resonó en toda la casa donde ellos estaban. Y se les aparecieron lenguas como de fuego que se repartieron. Y todos quedaron llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu hacía que hablaran’ (Hechos 2, 1-4).

El resto de ese capítulo describe lo que entonces ocurrió, cuando muchos judíos de distintos países e idiomas que habían llegado a Jerusalén para la festividad se aglomeraron frente a la casa, al oír cómo los discípulos alababan a Dios en sus propias lenguas.

Pedro, como jefe de los apóstoles, anuncia a la multitud el Evangelio de Jesús, muerto y resucitado, y llama a todos a la conversión. Para explicar lo que todos han presenciado, Pedro recurre a la profecía de Joel antes citada, donde Dios prometía derramar su Espíritu sobre toda la humanidad. Desde entonces los cristianos celebramos ese día de Pentecostés, cuando se cumplió la promesa de Dios de enviar su Espíritu.

Cristo, ascendido al cielo, lo derramó sobre sus discípulos (Hechos 2, 33). El Espíritu, que en tiempos de la antigua Alianza se manifestaba solo en unos pocos escogidos y que durante el ministerio terrenal de Jesús se concentraba en él como el Mesías, ahora había sido derramado en abundancia para habitar en todos los seguidores de Cristo.

La promesa de Dios se había cumplido. El resultado de esa gran efusión del Espíritu Santo es el surgimiento de la primera comunidad cristiana, como se nos narra en Hechos 2, 41ss. Esa comunidad es la Iglesia, que, con el poder del Espíritu Santo, se lanza de inmediato a la misión de llevar el Evangelio a todas las naciones.

El Espíritu Santo lo da Dios a quienes creen en Cristo (Hechos 5, 32). Lo recibimos en el Bautismo y más plenamente en la Confirmación. La promesa de Pentecostés se hace realidad en nosotros: el Espíritu nos da fortaleza para cumplir los mandamientos de Dios (Romanos 8, 1-17); nos unge con poder para vivir en santidad y así nos va transformando a imagen de Cristo; nos da fuerzas para la misión de anunciar el Evangelio de Jesús a toda la humanidad.

Mientras que, para Israel, Pentecostés era la fiesta de la entrega de la Ley en tablas de piedra, para nosotros, los cristianos, es la fiesta de la venida del Espíritu Santo que escribe la Ley de Dios en el corazón de los fieles (2 Corintios 3, 3), dando así cumplimiento a la promesa que había hecho Dios por boca del profeta: ‘Pondré en ustedes mi Espíritu, y haré que cumplan mis leyes y decretos; vivirán en el país que di a sus padres, y serán mi pueblo y yo seré su Dios’ (Ezequiel 36, 27-28).

Carlos Alonso Vargas ha sido por muchos años líder en una comunidad cristiana de alianza. Casado, padre de tres hijos y con cinco nietos, vive con su esposa en San José, Costa Rica.

¿Cuál es la misión del Espíritu Santo en la promesa de la salvación?

Presentamos el séptimo tema, conociendo sobre la acción del Espíritu Santo en la Historia de la Salvación, continuación del anterior tema.1. LAS PROMESAS DEL ANTIGUO TESTAMENTO ‘Mirad yo voy a enviar sobre vosotros la Promesa de mi Padrepermaneced en la ciudad hasta que seáis revestidos de poder desde lo alto’ (Lc 24,49).

  1. Mientras estaba comiendo con ellos les mandó que no se ausentasen de Jerusalén, sino que aguardasen la Promesa del Padre (Hch 1,4).
  2. Hablando de la ‘Promesa del Padre’, Jesús señala la venida del Espíritu Santo ya anunciada de antemano en el Antiguo Testamento.
  3. Leemos en el libro del Profeta Joel: ‘Sucederá después de esto que yo derramaré mi Espíritu en toda carne.

Vuestros hijos y vuestras hijas profetizaran, vuestros ancianos soñaran sueños y vuestros jóvenes verán visiones’ (Jl.3, 1-2). Precisamente a este texto del Profeta Joel hará referencia Pedro en el primer discurso de Pentecostés. Estas promesas han encontrado una expresión concreta en el Profeta Ezequiel (Ez.36, 22- 28).

  1. Dios anuncia por medio del Profeta, la revelación de su propia santidad, profanada por los pecados del pueblo elegido, especialmente por la idolatría.
  2. Anuncia también que de nuevo reunirá a Israel purificándolo de toda mancha.
  3. Y luego promete: ‘Y os daré un corazón nuevo, infundiré en vosotros un espíritu nuevo, quitaré de vuestra carne el corazón de piedrainfundiré mi espíritu en vosotros yo haré que os conduzcáis según mis preceptos y observéis y practiquéis mis normasseréis mi pueblo y yo seré vuestro Dios.

(Ez 36, 26-28) 2. EL ESPIRITU SANTO EN LA ENCARNACIÓN Y LA MISIÓN DE JESÚS. Todo el ‘evento’ de Jesucristo se explica mediante la acción del Espíritu Santo. La verdad sobre la tercera Persona de la Santísima Trinidad la leemos sobre todo en la vida del Mesías: de Aquel que fue ‘Consagrado con el Espíritu’ (Cfr.

El primero de estos momentos es la misma Encarnación, es decir, la venida al mundo del Verbo de Dios, que en la concepción asumió la naturaleza humana y nació de María por obra del Espíritu Santo.En el episodio de la Visitación: María se puso en camino ‘con prontitud’ para dirigirse a la casa de Isabel, ciertamente, por una necesidad del corazón, para prestarle un servicio afectuoso, como de hermana. San Lucas nos pone de relieve la acción del Espíritu Santo en el encuentro de las dos futuras madres: María ‘Entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena del Espíritu Santo’ (Lc 1,40-41). Isabel experimenta de modo sensible aquella presencia del Espíritu Santo. Ella misma lo atestigua en el saludo que dirige a la joven madre que llega a visitarla.En la Presentación de Jesús en el Templo: ‘He aquí que había en Jerusalén un hombre llamado Simeón; este hombre era justo y piadoso, y esperaba la consolidación de Israel; y estaba en él el Espíritu Santo’ (Lc 2,25). Es decir, actuaba en él de modo habitual y ‘le había revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de haber visto al Cristo del Señor’ (Lc 2.26)En el crecimiento espiritual del joven Jesús: ‘El niño crecía y se fortalecía, llenándose de sabiduría; y la gracia de Dios estaba sobre El’ (Lc 2,40). En el lenguaje del evangelista el ‘estar sobre’ una persona elegida por Dios para una misión suele atribuirse al Espíritu Santo, como en el caso de María y Simeón.En el Bautismo de Jesús: Todos los evangelistas nos han transmitido el acontecimiento (Mt 3, 13-17; Mc 1, 9-11; Lc 3, 21-22; Jn 1, 29-34). ‘Se abrió el cielo y se oyó una voz que venía de los cielos: Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco’. (Mc.1,11) Así en el bautismo de Jesús en el Jordán tiene lugar una teofanía cuyo carácter trinitario queda mucho más subrayado que en la narración de la anunciación. El ‘abrirse el cielo’, significa, en aquel momento, una iniciativa de comunicación del Padre y del Espíritu Santo con la tierra para la inauguración religiosa de la misión mesiánica del Verbo encarnado.En la experiencia del desierto: ‘El Espíritu le empuja al desierto’ (Mc 1,22). Por lo tanto, Jesús sigue el impulso interior y se dirige adonde le sugiere el Espíritu Santo. Ese desierto, además de ser lugar de encuentro con Dios, es también lugar de tentación y de lucha espiritual. Jesús, por tanto, es conducido al desierto con el fin de afrontar las tentaciones de Satanás. Las Tentaciones sufridas y vencidas por Jesús, se nota la oposición de Satanás contra la llegada del reino de Dios al mundo humano. Pero Jesús lo refuta apoyándose en la misma palabra de Dios, aplicada correctamente.En la Oración: Jesús permanece profundamente entregado a la oración. San Lucas nos informa que se retiraba a los lugares solitarios donde oraba. Sus ratos de oración duraban a veces toda la noche. Los evangelistas destacan algunos de estos ratos, por ejemplo: la oración que hizo antes de la transfiguración en el monte Tabor, la que realizó durante la agonía de Getsemaní, etc. Existe un caso en el que el evangelista atribuye explícitamente al Espíritu Santo la oración de Jesús. ‘Y Jesús, después de haberles asegurado que había visto a Satanás caer del cielo como un rayo’ (Lc 10,18), se llenó de gozo del Espíritu Santo y dijo: ‘Yo te bendigo Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños. Sí Padre, pues tal ha sido tu beneplácito’ (Lc 10,21)En la predicación mesiánica de Jesús: En la Sinagoga de Nazaret, Jesús había aplicado a sí mismo la profecía de Isaías que comienza con las palabras ‘El Espíritu del Señor está sobre mí’ (Lc 4,18). Aquel ‘estar el Espíritu sobre El’ se extendía a todo lo que El hacía y enseñaba (Hch 1,1). En efecto escribe San Lucas: que ‘Jesús volvió (del desierto) a Galilea por la fuerza del Espíritu, y su fama se extendió por toda la región. Él iba enseñando en sus sinagogas, alabado por todos’ (Lc 4, 14-15). Aquella enseñanza despertaba interés y asombro ‘Todos daban testimonio de Él y estaban admirados de las palabras llenas de gracia que salían de su boca’ (Lc 4,22). Lo mismo nos dice de los milagros y del singular poder de atracción de su personalidad: toda la multitud de los que ‘habían venido (de todas partes) para oírle y ser curados de sus enfermedades. procuraba tocarle porque salía de Él una fuerza que sanaba a todos (Lc 6, 17-19). Los evangelios sinópticos recogen otra afirmación de Jesús, en sus instrucciones a los discípulos, que no puede dejar de impresionarnos. Se refiere a la ‘blasfemia contra el Espíritu Santo’ Dice: ‘A todo el que diga una palabra contra el Hijo del hombre, se le perdonará; pero al que blasfeme contra el Espíritu Santo, no se le perdonará (Lc 12,10; Mt 12,32; Mc 3,29). La blasfemia a la que se refiere es en el rechazo de aceptar la salvación que Dios ofrece al hombre por medio del Espíritu Santo, que actúa en virtud del sacrificio de la cruz.En el sacrificio de Jesucristo: Fijemos la atención en las últimas palabras que pronunció Jesús en su agonía en el Calvario. En el texto de Lucas se escribe: ‘Padre, en tus manos pongo mi Espíritu’ (Lc 23,46). Jesús encomienda (es decir, entrega) su espíritu al Padre con la perspectiva de la resurrección. Confía al Padre la plenitud de su humanidad. En el Evangelio de Juan leemos ‘Cuando tomó Jesús vinagre, dijo: ‘Todo está cumplido’. E inclinando la cabeza entregó el Espíritu’ (Jn 19,30). Es, pues, justo ver en el sacrificio de la cruz, el momento conclusivo de la revelación del Espíritu Santo en la vida de Cristo.En la resurrección de Cristo: En la Carta a los Romanos (1,3-4) el Apóstol Pablo escribe: ‘El evangelio acerca de su Hijo, nacido del linaje de David según la carne, constituido Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por su resurrección de entre los muertos. Jesucristo Señor nuestro’. Por consiguiente, podemos decir que Cristo, que en el momento de su concepción en el seno de María por obra del Espíritu Santo ya era Hijo de Dios, en la resurrección es ‘constituido fuente de vida y de santidad, lleno de poder de santificación, por obra del mismo Espíritu Santo.

See also:  Como Tener Un Corazón Limpio Según La Biblia?

3. EL ESPIRITU SANTO EN LA IGLESIA Pentecostés: El día de Pentecostés, la Iglesia, surgida de la muerte redentora de Cristo, se manifiesta al mundo, por obra del Espíritu Santo. Se hizo patente cuando vino el Espíritu Santo y los Apóstoles comenzaron a ‘dar testimonio’ del misterio pascual de Cristo.

  • En efecto, Él no se limitó a atraer oyentes y discípulos mediante la palabra del Evangelio y los ‘signos’ que obraba, sino que también anunció claramente su voluntad de ‘edificar la Iglesia’ sobre los Apóstoles, y en particular sobre Pedro (Cfr.
  • Mt 16,18).
  • La misión de Cristo y del Espíritu Santo se realiza en la Iglesia, Cuerpo de Cristo.

Asocia a los fieles en una comunión en Cristo con el Padre en el Espíritu Santo. Por medio de los sacramentos de la iglesia, Cristo comunica su Espíritu Santo a los miembros de su Cuerpo, para producir frutos en la vida nueva, en Cristo, según el Espíritu.

  • El Espíritu viene en ayuda de nuestra flaqueza.
  • Nosotros no sabemos pedir como nos conviene, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros (Cfr. Rm.8,26).
  • La Iglesia es capacitada por el Espíritu para realizar en la liturgia las ‘obras de Cristo’ (Cfr.
  • Jn 1412), a través de la liturgia, principalmente de los sacramentos, Cristo continúa realizando en la historia, por medio del Espíritu su obra de redención y santificación de todo el género humano.

Por esto, la liturgia de la Iglesia, el ‘nuevo culto en el Espíritu y la verdad’, es a la vez, obra de Cristo y acción de la Iglesia. El Espíritu Santo santifica a la Iglesia principalmente en los sacramentos, haciéndolos eficaces. Él es quien actúa en los sacramentos para hacer que comuniquen la gracia que cada uno de ellos significa.

La Iglesia afirma que, para los creyentes, los Sacramentos son necesarios para la salvación, que en cada uno de ellos otorga el Espíritu Santo, esto nos transforma y nos configura con Jesucristo.4. EL ESPIRITU SANTO Y LA VIDA CRISTIANA A partir del Bautismo, El Espíritu Divino habita en el cristiano como en su templo.

El apóstol Pablo en su primera carta a los Corintios (3, 16) pregunta ‘¿No sabéis que el Espíritu de Dios habita en vosotros?’ Ciertamente, la acción del Espíritu Santo penetra en lo más íntimo del hombre, en el corazón de sus fieles, y allí derrama la luz y la gracia de vida.

‘¿O no sabéis que vuestro cuerpo es santuario del Espíritu Santo que está en vosotros y habéis recibido de Dios?’ ( 1Cor 6,19). El cristiano, mediante la inhabitación del Espíritu Santo, llega a encontrarse en una relación particular con Dios que se extiende a todas las relaciones interpersonales, tanto en el ámbito familiar como en el social.

Cuando el Apóstol recomienda: ‘No entristezcáis al Espíritu Santo de Dios’ (Ef 4,30), se basa en esta verdad revelada: la presencia personal de un Huésped interior, que puede ser entristecido a causa del pecado, ya que éste es siempre contrario al amor.

Nos eleva y asimila a Dios en nuestro ser y en nuestro obrarNos hace partícipes de su conocimiento y de su amorHace que nos abramos a las personas divinas y que se queden en nosotros.

La vida del cristiano es una existencia espiritual, una vida animada y guiada por el Espíritu hacia la santidad o perfección de la caridad. El Espíritu Santo es el principio de acción y lucha contra lo que: • Intenta separarle de su condición de hijo • Le impida amar y servir a Dios en el orden nuevo del Espíritu (Cfr.

Rm 7,6). Gracias al Espíritu y guiados por El, el cristiano tiene la fuerza necesaria para luchar contra todo lo que se opone al Espíritu. Los cristianos creemos firmemente que el Espíritu Santo está y camina con nosotros, nos acompaña a lo largo de nuestro camino de santificación, obra y actúa en lo más íntimo de cada uno: es a lo que llamamos las gracias actuales.

Por las que nuestra inteligencia, voluntad, impulsos, querer, etc. Están impregnados de su presencia y de su fuerza, y nos ayudan a actuar de acuerdo con lo que Él nos dice o inspira. La vida cristiana es seguir a Cristo, es decir, es seguimiento: «Ven y sígueme» (Mt 19,21) que no va dirigido exclusivamente a aquellos a quienes quiere confiar una misión particular y especial, sino que es la condición de todo creyente, de todo discípulo suyo.

Seguir a Jesucristo es el fundamento esencial y original de la vida cristiana. El Papa Juan Pablo II nos lo explica claramente en una de sus encíclicas: «No se trata aquí solamente de escuchar una enseñanza y de cumplir un mandamiento, sino de algo mucho más radical: adherirse a la persona misma de Jesús, compartir su vida y su destino, participar de su obediencia libre y amorosa a la voluntad del Padre».

«Seguir a Cristo no es una invitación exterior, porque afecta al hombre en su interioridad más profunda. Ser discípulo de Jesús significa hacerse conforme a Él, que se hizo servidor de todos hasta el don de sí mismo en la cruz» (Fil 2, 5-8). Mediante la fe, Cristo habita en el corazón del creyente (Cfr.

Ef 3,17), el discípulo se asemeja a su Señor y se configura con Él; lo cual es fruto de gracia, de la presencia operante del Espíritu Santo en nosotros». En definitiva: La vida según el Espíritu, cuyo fruto es la santificación (Cfr. Rm 6,22; Gal 5,22), suscita y exige de todos y de cada uno de los bautizados el seguimiento y la imitación de Jesucristo, en la recepción de sus Bienaventuranzas, en el escuchar y meditar la Palabra de Dios, en la participación consciente y activa en la vida litúrgica y sacramental de la Iglesia, en la oración individual, familiar y comunitaria, en el hambre y sed de justicia, en el llevar a la práctica el mandamiento del amor en todas las circunstancias de la vida y en el servicio a los hermanos, especialmente si se trata de los más pequeños, de los pobres y de los que sufren.5.

LOS DONES DEL ESPIRITU SANTO Para que el cristiano pueda luchar, el Espíritu Santo le regala sus siete dones, que son disposiciones permanentes que hacen al hombre dócil para seguir los impulsos del Espíritu, estos dones son: Sabiduría: Nos da la capacidad especial para juzgar las cosas humanas según la medida de Dios.

  1. Iluminado por este don, el cristiano sabe ver interiormente las realidades de este mundo; nadie mejor que él es capaz de apreciar los valores auténticos de la creación, mirándolos con los mismos ojos de Dios.
  2. Ciencia: El hombre iluminado por el don de la ciencia, conoce el verdadero valor de las criaturas en su relación con el Creador.

Y no estima las criaturas más de lo que valen y no pone en ellas, sino en Dios, el fin de su propia vida. Consejo: Este don actúa como un soplo nuevo en la conciencia, sugiriéndole lo que es lícito, lo que corresponde, lo que conviene más al alma. El cristiano ayudado con este don, penetra en el verdadero sentido de los valores evangélicos, en especial de los que manifiesta el sermón de la montaña.

  • Piedad: Mediante éste don, el Espíritu sana nuestro corazón de todo tipo de dureza y lo abre a la ternura para con Dios y para con los hermanos.
  • El don de la piedad orienta y alimenta la necesidad de recurrir a Dios para obtener gracia ayuda y perdón.
  • Además, extingue en el corazón aquellos focos de tensión y de división como son la amargura, la cólera, la impaciencia, y lo alimenta con sentimientos de comprensión, de tolerancia, de perdón.
See also:  Soñar Que Apuñalan A Alguien Con Tijeras?

Temor de Dios: Con este don, el Espíritu Santo infunde en el alma sobre todo el temor filial, que es el amor a Dios, el alma se preocupa entonces de no disgustar a Dios, amado como Padre, de no ofenderlo en nada, de permanecer y de crecer en la caridad.

Entendimiento: Mediante este don el Espíritu Santo, que «escruta las profundidades de Dios» (1 Cor 2,10), comunica al creyente una chispa de esa capacidad penetrante que le abre el corazón a la gozosa percepción del designio amoroso de Dios, al mismo tiempo hace también más límpida y penetrante la mirada sobre las cosas humanas.

Gracias a ella se ven mejor los numerosos signos de Dios que están inscritos en la creación. Fortaleza: el don de la fortaleza es un impulso sobrenatural, que da vigor al alma en las habituales condiciones de dificultad: en la lucha por permanecer coherentes con los propios principios, en el soportar ofensas y ataques injustos; en la perseverancia valiente, incluso entre incomprensiones y hostilidades, en el camino de la verdad y de la honradez.

¿Cómo se recibe la promesa del Espíritu Santo?

¿Qué sucede en tu vida cuando recibes la promesa del Espíritu Santo? – En ti pueden suceder muchas cosas cuando tienes la experiencia fuerte del bautismo en el Espíritu Santo. Él te toma y te cambia, y después de esa experiencia empiezas a sentir gozo y paz. Además empiezas a tener una presencia más real de Dios, una relación más personal con Jesús y también con tu Padre del cielo.

  • Comienzas a disfrutar las Sagradas Escrituras, cuando antes no las entendías, y te dan muchas ganas de orar, y te pones a leer la Biblia y cantas todo el día alabanzas al Señor.
  • «¿Que me pasó?», te preguntas.
  • ¡El Espíritu Santo vino a tu vida! ¡Él te cambió! Por eso si quieres ser diferente, si quieres salir del pecado, invoca al Espíritu Santo.

Si deseas vivir en paz en tu familia, invoca al Espíritu Santo. En todo lo que hagas, en todo lo que emprendas, invoca al Espíritu Santo. Él te asistirá, te consolará, te fortalecerá, y verás cómo tu vida cambia cuando recibes en ella la promesa del Espíritu Santo.

Aprende a evangelizar en el poder del Espíritu Santo con la ayuda de esta preciosa guía que contiene los temas fundamentales de la proclamación del Kerygma.Escrito por nuestro Fundador, el padre Pablo Cárdenas Cantú, es una ayuda ideal para quienes se dedican a la evangelización a través de Cursos de Iniciación o Seminarios de Vida. ¡Pide el tuyo ahora! Envíanos aquí un mensaje para solicitarlo o pedir información:

: Recibe en tu vida la promesa del Espíritu Santo

¿Por qué Jesús prometio el Espíritu Santo?

La explicación es que cumplía la promesa que él les había hecho: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré. (Juan 16:7).

¿Cuál fue la promesa de Dios?

La orden fue : ‘Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré’ (Génesis 12:1). Al explicar la promesa que Él le daría a Abraham por su obediencia, Dios continuó: ‘Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición.

¿Qué maravillosa promesa hizo Jesús San Juan capítulo 14 versículo del 1 al 3?

Pero Jesús nos hizo una promesa maravillosa : ¡Él regresará a la Tierra! Y, cuando eso suceda, nunca más vamos a sufrir.

¿Qué promesa o promesas se cumplieron con la venida del Espíritu Santo?

¿Qué promesa se cumple en el día de Pentecostés? La promesa de Jesús realizada el día de la Ascensión a los apóstoles de que recibirán una fuerza, la del Espíritu Santo, que descenderá sobre ellos para convertirlos en sus testigos llevándole a Él hasta el último confín de la tierra.

Esta fuerza del Espíritu se manifiesta en sus efectos: las maravillas de Dios son proclamadas y escuchadas por todos. El Espíritu construye así la Iglesia naciente como un lugar donde damos a conocer a Dios. Es esta figura eclesial de comunión, concordia y comunicación la que nos trae el Espíritu Santo.

Los discípulos no guardamos para sí el regalo recibido: cada uno llevamos en nuestra vida el símbolo de la predicación apostólica. El don del Espíritu nos es comunicado a cada uno como a los discípulos en el día de Pentecostés. Este don del Espíritu nos es dado para comunicarlo.

  • La Iglesia es verdaderamente apostólica como cantamos en el Credo: se basa en el testimonio de los Apóstoles.
  • Cada uno de nosotros, en el lugar específico que ocupa como miembro del cuerpo de la Iglesia, está llamado a ser apóstol, a testificar la obra de Dios en su vida, con palabras y obras.
  • Es ser testigos de Cristo hasta lo último confín de la tierra.

Esta fiesta de Pentecostés nos lleva a un comienzo siempre nuevo. Estamos en este mundo para contar las maravillas de Dios. Cuando recibimos el don del Espíritu formamos un solo cuerpo con Cristo porque somos frutos de la cosecha del Reino. Llevar el mensaje de salvación hasta los confines de la tierra implica llevarlo a los que no conocen a Cristo, a los que tienen una fe tibia, a los que están alejados de la Iglesia, a los que creían pero se han abandonado de la fe, a los que se encuentran en la oscuridad y en sombra de muerte todos ellos y muchos más tienen el derecho de recibir el Evangelio.

El día de Pentecostés, el Espíritu Santo descendió sobre María y los discípulos y permaneció con ellos para siempre. Lo hace hoy también individualmente con cada uno de nosotros como lo hizo el día de nuestro bautismo, para hacernos a la vida de Dios. Las aguas transparentes de nuestro bautismo estaban bendecidas por la gracia de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, que quieren darnos su vida eterna.

Pero las aguas de nuestro bautismo pueden convertirse en aguas estancadas, las de la rutina y el olvido de Dios, o incluso estar cubiertas de aguas fangosas, la de la mediocridad y el pecado. Hoy es un día propicio para pedirle al Espíritu Santo que venga y agite las aguas de nuestro bautismo para renovar en el corazón la vida de Dios que recibimos cuando fuimos bautizados. ¡Ven, Espíritu Santo, a mi corazón con tu fuerza invencible! ¡Ven, Espíritu de Dios, y derrota mis miedos y mis resistencias! ¡Ven, Espíritu de vida, gobierna mi corazón y hazlo siempre dócil a Cristo! ¡Ven, Espíritu Santo, para que la experiencia de recibirte en mi corazón no se convierta en una experiencia al margen del mundo ni de lo cotidiano sino que sea como una zarza ardiendo que de luz a mi vida! ¡Ven, Espíritu Santo, para hacer viva en mi corazón la experiencia de la Resurrección de Jesús y la experiencia de tu presencia! ¡Ven, Espíritu de paz, para hacer de mi corazón un templo para Dios! ¡Te doy gracias, Espíritu Santo, porque nos concedes una pluralidad de dones que van desde la propia existencia hasta las riquezas personales que cada uno atesora! ¡Gracias, Espíritu Santo, porque vives en mi! ¡Gracias, Espíritu Santo, porque sostienes mi vida, la actualizas, la renuevas, la purificas, la vivificas y la purificas! ¡Gracias, Espíritu Santo, porque mueves todas las cosas, porque eres el alma de los pequeños gestos que nos unen, que nos llevan a servir, amar, ser generosos y entregados, y que nos llevas a vivir como hermanos! ¡Gracias, Espíritu Santo, porque me otorgas la libertad para vivir y seguir la voluntad de Dios! ¡Ayúdame, Espíritu Santo, a amar a Dios, a darle gracias, a bendecirle y alabarle! ¡Ayúdame, Espíritu Santo, a serte siempre dócil! ¡Ayúdame, Espíritu Santo, a ser un auténtico discípulo de Cristo, a ser un corazón abierto al mundo, a ir más allá de los muros del egoísmo y de la soberbia! ¡Ayúdame, Espíritu Santo, a ser como los ojos de Cristo, las manos de Cristo, el corazón de Cristo! ¡Ayúdame, Espíritu Santo, a ser experiencia de tu presencia, luz que emana de la Luz, amor que mana del Amor, entrega que mana de la misericordia! ¡Ven, Espíritu Santo, llena mi corazón con el fuego de tu amor! Jaculatoria a la Virgen en el mes de mayo: ¡María, ayúdanos a ser dóciles a la llamada del Espíritu como hiciste Tu en Belén! Un hermoso canto para Pentecostés:

¿Qué significa la palabra promesa en la Biblia?

Promesa es la expresión de la voluntad de hacer algo por alguien o de cumplir con un cierto sacrificio en caso de conseguir algún logro.

¿Qué prometio Jesús a la Iglesia?

El Señor prometió que restauraría Su Iglesia verdadera –

¿Cuáles fueron algunas de las condiciones que existían en el mundo que prepararon el camino para la restauración del Evangelio?

El Salvador prometió que restauraría Su Iglesia en los últimos días. Él dijo: ‘nuevamente haré una obra maravillosa entre este pueblo, una obra maravillosa y un prodigio’ ( Isaías 29:14 ). Por muchos años la gente vivió en tinieblas espirituales; pero aproximadamente 1.700 años después de Cristo, la gente comenzó a interesarse cada vez más por saber la verdad acerca de Dios y la religión.

¿De qué forma es la restauración de la plenitud del Evangelio una ‘obra maravillosa’?