Oración diaria Antes que me llamen, yo les responderé; todavía estarán hablando cuando ya los habré escuchado. Isaías 65:24 Nuestro gran Dios, todavía invisible pero tan evidente y cerca, te damos gracias porque obras en nosotros antes que pensemos pedirte. Te agradecemos por tomarnos de la mano y guiarnos antes que lo percibamos.
- Permanece así con nosotros y despierta nuestro corazón en el momento oportuno, para que no nos sorprendan las cosas dolorosas que experimentemos, sino que estemos preparados en todo momento para velar y orar, confiando que no estamos abandonados en la lucha constante sobre la tierra.
- Danos esperanza, oh Dios, que venga el día cuando toda persona escuchará la proclamación: «Vean, un cielo nuevo y una tierra nueva, porque ustedes han aprendido a buscar el honor de Dios en todo».
Amén. : Oración diaria
¿Cómo hacer para orar todos los días?
La oración invita al Espíritu Santo a tu vida – Al orar diariamente, invitas al Espíritu Santo a que esté contigo y a que te consuele y te guíe. El Espíritu Santo puede darte respuestas, ayudarte a sentir el amor de Dios y traer un sentimiento de paz y gozo a tu corazón.10
¿Qué orar en la mañana?
ORACIONES DE LA MAÑANA | EWTN Procura levantarte cada día a una hora fija y temprano. Así tendrás tiempo para todo. Te levantarás con prontitud, fervor y modestia: Hecha devotamente la señal de la Cruz y, después de haberte vestido y arreglado (pues estarás en presencia de Dios especialmente al ofrecer tu día), puedes rezar las siguientes oraciones, y mejor si lo haces de rodillas, delante de alguna imagen.
- Por la mañana, al medio día y por la noche reza el «Angelus» o el «Regina Caeli»» Rezar cada cierto tiempo alguna jaculatoria te mantendrá en presencia de Dios y te evitará caer en pecado.
- S eñor Dios Omnipotente, que nos has permitido llegar al principio de este día, guárdanos hoy con tu poder, para que no caigamos en pecado, antes bien, todos nuestros pensamientos, palabras y obras se dirijan a cumplir tu Santa Ley.
Padre Nuestro, Ave María, Credo. S eñor Dios del Cielo y de la tierra dígnate dirigir, santificar, guiar y gobernar en este día nuestros corazones y nuestros cuerpos, nuestros sentidos, palabras y acciones según tu Ley y por el camino de tus mandamientos, para que aquí y en la eternidad merezcamos, por tu favor, ser salvados y libres.
¡Oh, Salvador del mundo!, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén. Encomiéndate a la Santísima Virgen, diciendo: ¡ O h Virgen y Madre de Dios! Yo me entrego por hijo tuyo, y en honor y gloria de tu pureza, te ofrezco mi alma y cuerpo, mis potencias y sentidos y te suplico me alcances la gracia de no cometer jamás pecado alguno.
Amén. M adre aquí tienes a tu hijo. – Madre aquí tienes a tu hijo. – Madre aquí tienes a tu hijo. En ti Madre mía dulcísima he puesto toda mi confianza, jamás quedaré confundido. Amén. A ve María. A ngel de Dios que eres custodio mío; ya que la soberana Piedad a Ti me encomendó, ilumíname, guíame, rígeme y gobiérname en este día.
¿Qué es la oración diaria?
Liturgia de las Horas La Liturgia de las Horas, también conocida como Oficio divino o la obra de Dios ( opus Dei ), es la oración diaria de la Iglesia, que marca las horas de cada día y santifica el día con oración. Las Horas son un diálogo meditativo sobre el misterio de Cristo, que usa Escritura y oración.
- A veces el diálogo es entre la Iglesia o el alma individual y Dios; a veces es un diálogo entre los miembros de la Iglesia y a veces es incluso entre la Iglesia y el mundo.
- El Oficio divino es «verdaderamente la voz de la Esposa misma dirigida al Esposo.
- Es la propia oración que Cristo junto con su Cuerpo dirige al Padre» ( Sacrosanctum Concilium, n.84).
El diálogo siempre se lleva en presencia de Dios y utilizando las palabras y la sabiduría de Dios. Cada una de las cinco horas canónicas incluye selecciones de los Salmos que culminan en una proclamación de la Escritura. Las dos horas más importantes (o bisagra) son la Oración de la Mañana y la Oración de la Tarde (Laudes y Vísperas).
Cada una de ellas incluye un cántico del Evangelio: el Cántico de Zacarías tomado de Lucas 1, 68-79 para la Oración de la Mañana (conocido como Benedictus), y el cántico de María, tomado de Lucas 1, 46-55 para la Oración de la Tarde (conocido como Magnificat). El cántico del Evangelio funciona como un tipo de extensión meditativa de la proclamación de la Escritura a la luz del evento de Cristo.
Las Oraciones de la Mañana y la Tarde también incluyen intercesiones que surgen de la proclamación de la Escritura del mismo modo en que los Salmos la preparan. En las Horas, se ejercita el sacerdocio real de los bautizados y este sacrificio de alabanza se conecta así al sacrificio de la Eucaristía, ambos a la vez preparando y surgiendo de la Misa».
- Los himnos y letanías de la Liturgia de las Horas integran la oración de los salmos en el tiempo de la Iglesia, expresando el simbolismo de la hora del día, la estación litúrgica o la fiesta que se celebra.
- Es más, la lectura de la Palabra de Dios en cada hora (y las consecutivas respuestas o troparia) y las lecturas de los Padres de la Iglesia y los maestros espirituales en ciertas horas, revelan más profundamente el misterio que se celebra, ayudan a comprender los salmos y preparan para la oración en silencio» ( Catecismo de la Iglesia Católica, n.1177).
Las cinco Horas del Oficio Divino son:
¿Cuál es la oración de la fe?
Mensaje de la Primera Presidencia Imagen La oración es más que palabras que expresamos a Dios; es una comunicación en dos direcciones entre Dios y Sus hijos. Cuando la oración se hace en la forma debida, expresamos los sentimientos de nuestro corazón con palabras sencillas. Para responder, el Padre Celestial generalmente pone pensamientos en nuestra mente, acompañados de sentimientos.
Él siempre escucha la oración sincera que ofrecemos cuando oramos con el compromiso de obedecerlo, sea cual sea Su respuesta y el momento en que llegue. El Señor hace la siguiente promesa a todos los que lean y oren acerca del Libro de Mormón: «Y cuando recibáis estas cosas, quisiera exhortaros a que preguntéis a Dios el Eterno Padre, en el nombre de Cristo, si no son verdaderas estas cosas; y si pedís con un corazón sincero, con verdadera intención, teniendo fe en Cristo, él os manifestará la verdad de ellas por el poder del Espíritu Santo; «y por el poder del Espíritu Santo podréis conocer la verdad de todas las cosas» ( Moroni 10:4–5 ).
Esa promesa es segura. Millones de personas han puesto a prueba y constatado esa maravillosa promesa sobre la oración al recibir una bendición que ha llenado su vida de gozo y felicidad duraderos. Esa promesa se aplica a todas las oraciones que hacemos para conocer la mente y la voluntad de Dios con respecto a nosotros.
- Podemos aplicarla siempre que recibimos consejo de un siervo de Dios autorizado para darnos dirección.
- Por ejemplo, podemos confiar en ella cuando hemos escuchado un discurso en la conferencia general; podemos aplicarla cuando humildes misioneros llamados por Dios mediante el profeta viviente nos enseñan.
Se aplica también al consejo que recibimos de nuestro obispo o presidente de rama. Para que la oración funcione en nuestra vida, las reglas son sencillas. Debemos orar al Padre en el nombre de Jesucristo y pedir saber cuál es la verdad. Debemos preguntar con un corazón sincero, lo cual significa que debemos tener la verdadera intención de hacer cualquier cosa que la respuesta de Dios requiera de nosotros; y esa verdadera intención debe nacer de nuestra fe en Jesucristo.
El investigador que lee el Libro de Mormón antes de ser bautizado y confirmado puede recibir tanto la seguridad de que el Libro de Mormón es verdadero, como el testimonio de que José Smith lo tradujo por el poder de Dios. Después de ser confirmados miembros de la Iglesia, podemos tener el Espíritu Santo como compañero para que nos confirme otras verdades.
De ese modo, siempre que oremos con fe podemos esperar que el Espíritu Santo nos testifique que Jesús es el Cristo, que Dios el Padre vive y que Ellos nos aman a nosotros y a todos los hijos del Padre Celestial. Ésa es una de las razones por las que hay una promesa en el Libro de Mormón de que tendremos caridad en el corazón a medida que el Espíritu Santo nos testifique que Jesús es el Cristo.
- Si un hombre es manso y humilde de corazón, y confiesa por el poder del Espíritu Santo que Jesús es el Cristo, es menester que tenga caridad» ( Moroni 7:44 ).
- Cada domingo de ayuno nos brinda una extraordinaria oportunidad de crecer espiritualmente.
- El domingo de ayuno puede ayudarnos a tener una experiencia similar a la de Alma y los hijos de Mosíah, que oraron y ayunaron para conocer la verdad eterna a fin de poder enseñar a los lamanitas con poder, autoridad y amor (véase Alma 17:3, 9 ).
El domingo de ayuno combinamos la oración y el ayuno. Para la bendición de los pobres, entregamos una generosa ofrenda de ayuno al obispo o presidente de rama, la cual equivale por lo menos al valor de las comidas de las que nos abstenemos. Nuestros pensamientos y oraciones se dirigen hacia el Salvador y hacia aquellos a los que Él desea que sirvamos para aliviar sus necesidades espirituales y temporales.
Prepárense antes de orar El sándwich de la oración
¿Qué es lo que Dios pide de ti?
Lo que pide Dios de ti «Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios» (Mi.6:8). Cuando el profeta Miqueas refiere a Israel y Judá lo que Dios pide de ellos, sus moradores vivían en el desenfreno total.
Consciente de su condición espiritual, el pueblo se pregunta: ¿Con qué me presentaré ante Jehová, y adoraré al Dios Altísimo? ¿Me presentaré ante El con holocaustos, con becerros de un año? ¿Se agradará Jehová de millares de carneros, o de diez mil arroyos de aceite? ¿Daré mi primogénito por mi rebelión, el fruto de mis entrañas por el pecado de mi alma? (Mi.6:6-7).
Las opciones que busca el pueblo para acercarse y adorar a Dios son verdaderamente admirables pero carentes de temor, amor y gratitud a Dios. Por ello, el profeta Miqueas les reprocha su falsedad e hipocresía, al decirles: «Oh hombre, El te ha declarado lo que es bueno, y qué pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios» (Mi.6:8).1.
Hacer justicia. La Biblia revela a Dios como el juez justo de toda la tierra. Siendo esto así, Él demanda de los suyos justicia en todas sus obras. ¿Qué hacía Israel y Judá? Tenían balanzas falsas y bolsas de pesas engañosas. Codiciaban heredades y casas y las robaban. Oprimían al pobre y lo despojaban de sus bienes.
A las mujeres echaban de sus casas y a los niños les fue quitada la alabanza. Aborrecían lo bueno y amaban lo malo. Los jueces tomaban cohecho y pervertían el derecho. Los sacerdotes enseñaban por dinero y los profetas hacían errar al pueblo. Por la perversidad de las obras de Israel y Judá, Dios les demanda hacer justicia.
Estimado lector: ¿Tus obras son justas? Hoy Dios te pide hacer justicia.2. Amar misericordia. Dios es infinitamente misericordioso y anhela que nosotros seamos compasivos, clementes, benignos y misericordiosos con nuestros semejantes, con los presos, débiles, pobres, enfermos y pecadores. Esto es lo que olvidó Israel y Judá y pensaron que ofreciendo becerros de holocausto y millares de carneros por sacrificio Dios pasaría por alto sus robos y despojos contra el pobre y desvalido.
Con cuánta razón Samuel dijo a Saúl: «¿Se complace Jehová, tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros» (1S.15:22).
Religiosidad carente de misericordia fue lo que el Señor Jesús también reprochó a los fariseos cuando éstos censuraron a los discípulos por cortar y comer espigas en el día de reposo. A ellos dijo: «Y si supiereis qué significa: Misericordia quiero, y no sacrificio, no condenarías a los inocentes» (Mt.12:7).
En otra ocasión, cuando escribas y fariseos reprobaron que el Maestro comiera con publicanos y pecadores, les dijo: «Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. Id, pues, y aprended lo que significa: Misericordia quiero, y no sacrificio.
Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento» (Mt.9:12-13). Por ello, hoy por hoy, Dios demanda hacer misericordia. Amigo lector: ¿Eres compasivo, clemente y benigno con tus semejantes? Dios te mide hacer misericordia.3. Humillarte ante tu Dios. Humildad, virtud caracterizada por mansedumbre, modestia, paciencia y sencillez.
De esto adolecía Israel y Judá. Su pecado los volvió soberbios y orgullosos. En su arrogancia olvidaron a Dios, sus obras y sus muchas misericordias. De ahí que Dios les pida se vuelvan a Él con un corazón contrito y humillado, pues su religiosidad no cubriría su arrogancia y altivez.
- Hoy Dios nos pide humildad.
- Él ha dicho: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados (Is.57:15).
- Querido lector: En tu relación con los demás, ¿Eres sencillo o arrogante, modesto o soberbio? Y en tu relación con Dios, ¿eres humilde? ¿Qué pide Dios de ti? Humillarte delante de Él.
Dice el apóstol Pablo: «Halla, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma se siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz» (Fil.2:5-8).
- Con cuánta razón el mismo Señor Jesucristo, dijo: «Porque ejemplo os he dado, para que como yo he hecho, vosotros también hagáis» (Jn.13:15).
- Querido amigo: ¿Qué pide Dios de ti? Hacer justicia, hacer misericordia y humillarte ante Jehová, tu Dios.
- Dejemos atrás la religiosidad aparente y volvámonos a Dios en justicia, misericordia y humildad.
* Pastor en la Iglesia Cristiana Interdenominacional, A.R. : Lo que pide Dios de ti
¿Cuál es el propósito de Dios en mi vida?
El propósito del plan de Dios es darnos la felicidad eterna. Mientras más entendemos Su plan, más nos damos cuenta de que no podemos regresar a Su presencia por nosotros mismos.
¿Cómo agradar a Dios y hacer su voluntad?
¿CÓMO AGRADAR A DIOS? (Mt.6, 1-6.16-18.) La santidad y la fidelidad a la que debemos aspirar todos aquellos que seguimos a Cristo no tienen como límite el mero cumplimiento de la letra de la ley, como hacían los escribas y fariseos. En el evangelio de hoy, Jesús establece un principio y tres aplicaciones concretas respecto a este tema.
- El principio es: actuar para agradar a Dios sin buscar el aplauso de los hombres.
- Y las aplicaciones de este principio se refieren a tres de las más importantes obras, en las que los judíos de aquel tiempo hacían consistir la religión y la vida piadosa.
- Hablamos de la limosna, el ayuno y la oración.
- En cada uno de los casos donde se viven estas tres obras, Jesucristo contrasta la conducta de hipocresía con la actitud discreta del verdadero adorador del Padre, que le recompensará porque «ve en lo secreto».
Estos tres ejemplos nos manifiestan dos actitudes interiores completamente opuestas: la falsedad o la sinceridad ante los ojos de Dios. Lo que da valor a nuestras prácticas cristianas es la rectitud, la sinceridad a Dios y la apertura al prójimo. Las obras de caridad, las aportaciones económicas por los más necesitados, la vida de oración y la práctica sacramental, si se llevan a cabo para ser vistos y aprobados por los demás, se quedan en acciones vacías.
Es el amor desinteresado lo que les da la auténtica valía. El cristiano nunca debe ser un mero actor que trabaja por la fama. Se puede hacer el bien como los fariseos que daban limosna, ayunaban, oraban y estudiaban con empeño en las Escrituras; y esas son cosas buenas, pero no lo hacían bien. Y de tal forma el modo de su obrar salpicaba lo que hacían, que convertía lo que en sí mismo era bueno en pura apariencia.
La intención lo estropeaba todo. Y las intenciones vienen del corazón. Jesús les dijo que no tenían el corazón limpio, que eran hipócritas y obraban para ser vistos, aplaudidos y admirados por la gente. Jesús pide a sus discípulos «ser» por encima de sólo «parecer».
Pide autenticidad. Oí decir un día que «el bien no hace ruido, y el ruido no hace bien». Para que nuestro Padre Dios nos comprenda no hace falta gritar, ni hablar mucho, ni siquiera decírselo. Él «ve en lo escondido», ve el corazón y comprende, sin necesidad de que se lo digamos, todas nuestras acciones y omisiones.
: ¿CÓMO AGRADAR A DIOS? (Mt.6, 1-6.16-18.)
¿Cuál es la oración más excelente?
Relevancia de la oración dominical – Para la Iglesia católica, el padrenuestro es la oración por excelencia. Recibe también el nombre de oración dominical, del latín Dominicus («Señor»), dado que Jesús de Nazaret es llamado «Señor» con frecuencia en los escritos cristianos y fue él quien transmitió a los apóstoles esta forma de orar.
Wikisource en latín contiene una copia de la Padrenuestro,
Santo Tomás de Aquino dice en su Summa Theologiae lo siguiente: «Que la oración dominical es perfectísima en la oración dominical no sólo se piden las cosas lícitamente deseables, sino que se suceden en ella las peticiones según el orden en que debemos desearlas, de suerte que la oración dominical no sólo regula, según esto, nuestras peticiones, sino que sirve de norma a todos nuestros afectos.» De acuerdo con el Catecismo de la Iglesia Católica, Jesús no desea que la oración sea repetida de modo mecánico, sino que por medio de ella se establezca un diálogo con el Padre.
Jesús dicta cómo debe ser la relación con Él: los hombres deben reconocer que es su Creador y, por tanto, su Padre, y rendirle la honra que merece; deben pedirle lo que necesiten, pues el Padre concede a quien le hace peticiones de manera adecuada; y deben también pedir perdón por sus pecados. Algunas Iglesias orientales utilizan la versión del griego koiné,
Los católicos de ritos latinos usan la versión en su lengua nativa desde el Concilio Vaticano II, aunque antes se utilizaba la versión en latín. La oración en la vida sacramental. El padrenuestro es parte fundamental en los tres sacramentos de la iniciación cristiana ( bautismo, confirmación y eucaristía ).
¿Cuál es la mejor oración de proteccion?
Oración por la protección de mi familia – «Padre misericordioso, mientras nos vamos a dormir, ayúdanos a descansar. Protégenos del enemigo y de todos los que quieren hacernos daño. En este tiempo quédate cerca. Señor, te pedimos que sintamos tu presencia sobrenatural y sepamos que estás con nosotros.
- Dios, protege a mi familia y a mis seres queridos.
- Mientras duermen, que estén a salvo.
- Si están lejos de mí, vela por ellos.
- Te pido que vuelvan sanos y salvos a mi lado.
- Te pido que se sientan seguros en un lugar desconocido y una cama desconocida.
- Cuando estemos de vacaciones o los miembros de mi familia estén de vacaciones, Dios, ¿podrías mantenernos a salvo? Protégenos y danos paz.
Haz que conozcamos tu presencia mientras disfrutamos de la compañía de los demás y pasemos un tiempo de descanso y alegría». Imagen: Marek Szturc
¿Cómo se hace una oración?
¿Qué es una oración? – Una oración es una unidad gramatical formada por un sujeto y un predicado. El sujeto tiene siempre como núcleo un sustantivo y nunca puede comenzar por una preposición, El predicado tiene como núcleo un verbo, que puede ir conjugado en un tiempo simple, compuesto o ser una perífrasis verbal,
¿Cómo hacer una oración para invocar al Espíritu Santo?
Intercesión de María al Espíritu Santo Divino Padre Eterno, en nombre de Jesucristo y por la intercesión de la Siempre Virgen María, envía a mi corazón al Espíritu Santo. Espíritu Santo, Dios de infinita caridad, dame tu Santo Amor. Espíritu Santo, Dios de las virtudes, conviérteme.
Espíritu Santo, Fuente de luces celestes, disipa mi ignorancia. Espíritu Santo, Dios de infinita pureza, santifica mi alma. Oraciones al Espíritu Santo 14 Espíritu Santo, que habitas en mi alma, transfórmala y hazla toda tuya. Espíritu Santo, Amor sustancial del padre y del Hijo, permanece siempre en mi corazón.
– Wikimedia Commons / Velázquez
¿Cómo practicar la fe en casa?
¿Qué hacer cuando la FE, en medio de una crisis puede llegar a perderse? – El Catecismo de la Iglesia Católica en el número 162 nos dice: La fe es un don gratuito que Dios hace al hombre. Este don inestimable podemos perderlo; S. Pablo advierte de ello a Timoteo: «Combate el buen combate, conservando la fe y la conciencia recta; algunos, por haberla rechazado, naufragaron en la fe» (1 Tm 1,1819).
Para vivir, crecer y perseverar hasta el fin en la fe debemos alimentarla con la Palabra de Dios; debemos pedir al Señor que la aumente (Cf. Mc 9,24; Lc 17,5; 22,32); debe «actuar por la caridad» (Ga 5,6; Cf. SST 2,14-26), ser sostenida por la esperanza (Cf. Rom 15,13) y estar enraizada en la fe de la Iglesia.
El Catecismo en este número nos da unas pautas para vivir en comunidad nuestra Fe, y estas pautas nos pueden ayudar a conservar la Fe en tiempos de Crisis; son cinco cosas que podemos realizar para vivir, hacer crecer y preservar la FE:
Alimentarla con la Palabra de Dios. Hoy más que nunca debemos recurrir a la Palabra de Dios. Estudiar, meditar, orar con la Palabra de Dios nos dará la fuerza para vivir la crisis.Pedirle al Señor que aumente nuestra Fe. De manera sencilla pero confiada podemos pedir al Señor nos aumente la Fe como lo suplicaron muchos personajes que aparecen en la Palabra de Dios. Esto lo podemos hacer a través de oraciones comunitarias.Actuar por la caridad. Cuando la Fe es compartida se acrecienta, el compartir con los más necesitados fortalece nuestra Fe. A través de actos de caridad por medio de las Obras de Misericordia fortalece nuestra Fe.Ser sostenida por la Esperanza. Es elevarnos, confiar en los bienes futuros, saber que el mal, la enfermedad, la crisis no tienen la última palabra. Tener la certeza de que tenemos un Dios que es Poderoso y que él no nos da más allá de lo que pueden soportar nuestras fuerzas. Saber que Dios es Padre.Estar enraizada en la Fe de la Iglesia. Tener la certeza de que nos estamos solos, que somos familia y que toda una Iglesia con su historia nos respalda. Debemos en estos momentos estar más unidos a la Iglesia que es nuestra Madre.
¿Cómo hacer una oración de entrega a Jesús?
Señor Jesús : me pongo en camino. Quiero buscarte. Dame un corazón sencillo, unos pies ligeros, unos ojos abiertos para que mi marcha sólo se dirija a Ti, y en Ti a todos mis hermanos/as. Oriéntame cuando me pierda, acógeme cuando me canse, llévame a los otros cuando me sienta solo.
¿Qué puedes hacer para mejorar tu vida de oración?
Cómo mejorar sus oraciones personales Se dirigen a nosotros Tomado de un discurso pronunciado en la Universidad Brigham Young–Hawai, el 17 de mayo de 2011. Si desea ver el texto completo en inglés, vaya a la página, El escuchar sus oraciones personales, ¿qué revelaría en cuanto a ustedes y a su relación con el Padre Celestial? La invitación divina de orar al Padre en el nombre de Jesucristo es el mandamiento al cual más referencia se hace en todas las Escrituras de las que tenemos un registro y es la forma más básica de adoración personal.
A pesar de eso, a muchos de nosotros nos cuesta lograr que la oración personal sea significativa y que sea un medio de revelación. Estoy convencido de que la oración personal es uno de los desafíos más importantes con que se enfrentan los miembros de la Iglesia, en particular los jovencitos y los jóvenes adultos; y, debido a que tienen dificultad con la oración, luchan con las cosas espirituales.
Nuestras oraciones personales son un barómetro que señala nuestra fortaleza espiritual y una indicación de nuestro bienestar espiritual. Como padre, líder del sacerdocio y presidente de misión, he aprendido que el escuchar con atención las oraciones de otra persona puede revelar mucho acerca de su relación con Dios.
El escuchar sus oraciones personales, ¿qué revelaría en cuanto a ustedes y a su relación con el Padre Celestial? Orar es hablar con Dios, el Padre Eterno de nuestro espíritu; no es hablarle a Él, sino hablar con Él. Él tiene un amor perfecto por cada uno de nosotros y está lleno de misericordia y comprensión.
Él sabe todo acerca de nosotros; sabe lo que necesitamos, incluso cuando nosotros sólo vemos aquello que deseamos. Tiene un poder y una capacidad infinitos para sostenernos y guiarnos. Siempre está dispuesto a perdonarnos y a ayudarnos en todas las cosas.
- Podemos hablar con el Padre Celestial en voz alta o formando pensamientos y expresiones en nuestra mente y nuestro corazón.
- Las oraciones personales deben ser expresiones solemnes y sagradas de alabanza y gratitud; peticiones sinceras en cuanto a necesidades y deseos específicos; confesiones y pedidos humildes y contritos para lograr el perdón purificador; ruegos de consuelo, guía y revelación.
Estas expresiones a menudo hacen que derramemos nuestra alma ante nuestro amoroso Padre Celestial. Aunque a veces la oración es una comunicación breve, también puede ser un diálogo abierto y continuo que dure todo el día y toda la noche (véase ). En el plan divino de nuestro Padre Celestial, es necesaria la separación física y espiritual de Su presencia.
La oración es un vínculo espiritual imprescindible y habilitador entre Dios y el hombre. Sin la oración, no es posible regresar al Padre; sin la oración, es imposible tener fe suficiente para entender y guardar los mandamientos; sin la oración, no tendríamos acceso al poder espiritual que se necesita para evitar la tentación y superar las pruebas y la adversidad; sin la oración, no podemos lograr el arrepentimiento, el perdón y el poder purificador de la Expiación.
Con el poder de la oración personal, todo es posible. La oración hace posible la revelación personal y los dones espirituales por medio del Espíritu Santo. Es el canal espiritual que está a disposición de todos los hijos de Dios, el cual nos proporciona acceso constante a nuestro Padre Eterno, a Su Hijo Amado y al Espíritu Santo.
La oración es una evidencia poderosa y convincente de la realidad de Dios, el Eterno Padre. La oración personal es indispensable para entender a Dios y comprender nuestra identidad divina. A menudo las oraciones personales tienen lugar temprano por la mañana, cuando todavía no estamos del todo despiertos y alertas, o tarde por la noche, cuando estamos demasiado cansados para orar eficazmente.
La fatiga física, mental y emocional puede impedir que nuestras oraciones sean significativas. La oración es un trabajo espiritual al cual lo precede la preparación mental y espiritual. Si no nos tomamos el tiempo de humillarnos y considerar cuidadosamente que estamos por invocar a Dios, el Eterno Padre, en el nombre de Jesucristo, pasaremos por alto la verdadera esencia de este modelo divino que se ha establecido con el fin de bendecirnos.
- Programen tiempo suficiente para comunicarle al Padre Celestial los deseos más profundos de su corazón con esmero y humildad.
- Inviten al Espíritu Santo para que los ayude a saber por qué cosas orar.
- El orar en voz alta me ayuda a dar un enfoque a mis oraciones y a escucharme a mí mismo para no perder la concentración.
Les sugiero que busquen un momento y un lugar donde puedan meditar detenidamente en su vida y sus necesidades. Reflexionen sobre su identidad divina y la relación que tienen con Dios. Esfuércense por imaginarse al Padre Celestial mientras se preparan para hablar con Él.
Piensen en el Salvador, en cuyo nombre habrán de orar. El hacer estas cosas los ayudará a concentrarse y a prepararse para orar con un corazón humilde y agradecido. No podemos confiar en que contaremos con la influencia del Padre Celestial si no somos moralmente limpios. La pornografía, las transgresiones sexuales y el entretenimiento de cualquier tipo que se burle de la virtud o que promueva la inmoralidad pueden destruir nuestra confianza en la oración y evitar que recibamos impresiones espirituales.
Pero recuerden esto: Satanás será el único que les dirá que no pueden o no deben orar. El Espíritu Santo siempre nos insta a orar, incluso si estamos teniendo dificultades con la obediencia y la dignidad personal. La oración es indispensable en el proceso de la revelación.
- Las preguntas inspiradas dan un mayor enfoque, propósito y significado a nuestras oraciones.
- Si desean recibir más revelación personal mediante sus oraciones, sería bueno que pensaran en las preguntas que hacen.
- Por lo general, la revelación llega en respuesta a una pregunta.
- El proceso de la revelación requiere que escudriñemos las Escrituras, que meditemos en ellas y que las apliquemos a nuestra vida; al hacerlo, el Espíritu Santo nos ayudará a formular preguntas inspiradas.
En repetidas ocasiones, el Salvador mandó: «siempre debéis orar al Padre en nombre » (). Cuando oramos en el nombre de Jesucristo significa que «nuestros pensamientos son los pensamientos de Cristo y nuestros deseos también son los de Él Entonces pedimos cosas que Dios puede concedernos.
- Muchas oraciones permanecen sin contestar porque no se ofrecen en el nombre de Cristo en absoluto; de ningún modo representan Sus pensamientos, sino que nacen del egoísmo del corazón del hombre» (Diccionario bíblico en inglés, «Prayer» ).
- Las oraciones que se ajustan a ese modelo representan la esperanza vana, no la fe.
La oración no es una negociación; es un proceso de concordancia. No tratamos de que Dios acepte nuestro punto de vista. La oración no tiene tanto que ver con cambiar nuestras circunstancias, sino más con producir un cambio en nosotros. Tiene como fin procurar conocer Su voluntad y pedir Su ayuda para hacer lo que debemos.
Cuando logramos que nuestra voluntad concuerde con la del Padre Celestial, las respuestas y la fortaleza espiritual vendrán a nosotros con mayor facilidad. El seguir este modelo nos permite orar con fe. Hace casi veinte años nació nuestro quinto hijo, Benjamin. Mi esposa sentía que algo no andaba bien con los ojos de Benjamin.
Consultamos a un amigo cercano que asistía a nuestro barrio y era especialista en retina; él confirmó nuestras preocupaciones: diagnosticó la condición de Benjamin como retinoblastoma, una forma extraña de cáncer del ojo. La noticia fue devastadora. Pocas semanas más tarde, Benjamin debía tener el primero de muchos tratamientos quirúrgicos.
- Antes de la operación, nos reunimos con el cirujano y le dijimos que creíamos que él descubriría que el ojo de Benjamin podría curarse y no habría que extirpárselo.
- Nuestra familia entera y muchos miembros del barrio estaban ayunando y orando por nuestro hijo, y nosotros teníamos mucha fe en que Benjamin sería sanado.
Una hora después, el cirujano regresó y confirmó que una célula tumoral había destruido el ojo de Benjamin y que el otro ojo también tenía varios tumores graves que necesitaban tratamiento inmediato. Me quedé sin palabras. Completamente abrumado por el dolor y la incredulidad, salí del hospital a la húmeda ciudad de San Francisco y empecé a caminar, llorando amargamente.
Había hecho todo lo que me habían enseñado a hacer. Habíamos orado y recibido la fuerte impresión de que debíamos elegir a ese médico. Habíamos ayunado y orado, y sentíamos la seguridad de que nuestro bebé sería sanado por medio de la fe y del poder del sacerdocio. Aun así, el Señor no había intervenido.
Parecía que nuestra fe no había sido más que vana esperanza. Empecé a cuestionar todo lo que siempre había creído. Mientras caminaba, me sentía traicionado y enojado; me sentía abrumado por el dolor. No me enorgullece la conversación que tuve con el Padre Celestial mientras caminaba y lloraba aquella mañana.
Después de un tiempo, logré contener mis emociones. Recuerdo que acudieron a mi mente las palabras de una canción de la Primaria: «Padre Celestial, dime, ¿estás ahí? ¿Y escuchas siempre cada oración?»; pues evidentemente Tú no has escuchado las mías o quizá simplemente no te preocupas mucho por mí y por mi hijo.
(«Oración de un niño», Canciones para los niños, pág.6.) En ese momento, recibí una tierna misericordia. En mi mente y mi corazón, sentí estas palabras: «Kevin, él también es Mi hijo». La claridad de la impresión fue inconfundible. En esa ocasión, me di cuenta de que no había entendido el propósito de la oración en absoluto: había supuesto que el simple hecho de que mi causa fuera justa me permitía usar el sacerdocio, el ayuno y la oración para cambiar la voluntad de Dios.
- Por primera vez en mi vida, llegué a darme cuenta de que yo no era el que estaba al mando.
- Supe que debía someterme a la voluntad del Padre.
- No podía tener lo que deseaba en el momento y en la forma en que lo deseaba sólo porque estaba guardando los mandamientos.
- El propósito de la oración no era decirle al Padre Celestial qué tenía que hacer, sino descubrir qué deseaba Él que yo hiciera y aprendiera.
Debía alinear mi voluntad con la de Él. Nos esperaban otros seis años de graves dificultades mientras luchábamos contra la enfermedad de nuestro hijito para salvar su otro ojo y su vida. Pero a partir de aquel momento supe que el Padre Celestial se preocupaba por nosotros y estaba al mando.
- Independientemente de cómo se resolviera todo al final, Él había escuchado y contestado mi oración.
- Hoy nuestro hijo milagro se encuentra prestando servicio como misionero de tiempo completo en España.
- Tengo pruebas irrefutables en mi vida de que Dios es nuestro amoroso Padre Celestial y que realmente escucha y contesta nuestras oraciones.
En la medida en que ustedes continúen aprendiendo y comprendiendo el divino principio de la oración personal, según lo enseñó el Salvador, la oración se convertirá en una fuente de gran fortaleza espiritual y revelación en su vida. : Cómo mejorar sus oraciones personales
¿Cómo le pido a Dios para que me escuche?
Ora con sinceridad – Después de orar, presta atención a los sentimientos y los propósitos que te lleguen al corazón. Uno de ellos puede ser la respuesta a tu oración. Cuando oramos con verdadera intención y un corazón sincero, nuestro Padre Celestial responde conforme a la fe que tenemos en Él.
¿Cómo orar para que Dios nos de revelación?
Revelación | Comunicación de Dios con Sus hijos en la Tierra La revelación es la comunicación de Dios con Sus hijos. Esta guía llega a través de varios medios según las necesidades y circunstancias de las personas, de las familias y de la Iglesia en general.
- Cuando el Señor revela Su voluntad a la Iglesia, Él habla por intermedio de Su profeta.
- Son las únicas personas que pueden recibir revelación para la Iglesia, pero no son los únicos que pueden recibir revelación.
- Según nuestra fidelidad, podemos recibir revelación para ayudarnos en nuestras necesidades, responsabilidades y preguntas personales específicas, así como para fortalecer nuestro,
Las Escrituras hablan de diferentes tipos de revelación, como visiones, sueños y visitas de ángeles. A través de esos medios, el Señor ha restaurado Su Evangelio en los últimos días y ha revelado muchas verdades. No obstante, la mayoría de las revelaciones que reciben los líderes y miembros de la Iglesia se produce mediante los susurros del Espíritu Santo.
- Puede que estos apacibles susurros espirituales no parezcan tan espectaculares como las visiones o las visitas de ángeles, pero son igual de poderosos, duraderos e influyentes en nuestra vida.
- El testimonio del Espíritu Santo deja una impresión en el alma más significativa que ninguna otra cosa que podamos ver u oír.
Mediante tales revelaciones, recibiremos una fortaleza duradera para permanecer fieles al Evangelio y ayudar a los demás a hacer lo mismo. La preparación para recibir revelación Los siguientes consejos nos ayudan a prepararnos para recibir las impresiones del Espíritu Santo: Orar pidiendo guía.
- El Señor dijo: «Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.
- Porque todo el que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá» (Mateo 7:7–8).
- A fin de hallar y recibir, debemos buscar y pedir.
- Ser reverente.
- La reverencia es una actitud de profundo respeto y amor.
Cuando somos reverentes y estamos serenos, preparamos el terreno para la revelación. Incluso cuando nos rodea la conmoción, podemos tener una actitud reverente y estar preparados para recibir la guía del Señor. Ser humilde. La humildad guarda una estrecha relación con la reverencia.
Cuando somos humildes, reconocemos que dependemos del Señor. Guardar los mandamientos. Cuando guardamos los mandamientos, estamos preparados para recibir, reconocer y seguir las impresiones del Espíritu Santo. Tomar la Santa Cena dignamente. Las oraciones de la Santa Cena nos enseñan cómo disfrutar de la compañía constante del Santo Espíritu.
Cuando tomamos la Santa Cena, testificamos a Dios que estamos dispuestos a tomar el nombre de Su Hijo sobre nosotros y que siempre le recordaremos y guardaremos Sus mandamientos. Nuestro Padre Celestial promete que, si guardamos estos convenios, siempre tendremos el Espíritu con nosotros.
D. y C.20:77, 79). Estudiar a diario las Escrituras. A medida que estudiamos diligentemente las Escrituras, aprendemos de los ejemplos de hombres y mujeres que recibieron grandes bendiciones en su vida al seguir la voluntad revelada del Señor. También nos volvemos más receptivos al Espíritu Santo en nuestra propia vida.
A medida que leemos y meditamos, podemos recibir revelación acerca de cómo se aplican ciertos pasajes de las Escrituras a nosotros o cualquier otra cuestión que el Señor desee comunicarnos. Dedicar tiempo para meditar. Cuando dedicamos tiempo para meditar las verdades del Evangelio, abrimos nuestra mente y corazón a la influencia orientadora del Espíritu Santo (véase 1 Nefi 11:1; D.
- Y C.76:19; 138:1–11).
- El meditar aleja nuestros pensamientos de las cosas triviales del mundo, nos ayuda a adquirir una visión más eterna y nos acerca al Espíritu.
- Cuando buscamos guía para algo en particular, debemos estudiar el asunto en cuestión en nuestra mente.
- A veces, el Señor se comunicará con nosotros sólo una vez que hayamos estudiado el asunto en nuestra mente.
Buscar la voluntad del Dios con paciencia. Dios se revela «en su propio tiempo y a su propia manera, y de acuerdo con su propia voluntad» (véase D. y C.88:63–68). La revelación suele darse línea por línea, precepto por precepto, un poco aquí y un poco allí.
- Debemos tener paciencia y confiar en el tiempo del Señor.
- Reconocer los susurros del Espíritu Santo En medio de todos los ruidos y mensajeros del mundo actual, debemos aprender a reconocer los susurros del Espíritu Santo.
- A continuación indicamos las principales maneras en que el Espíritu Santo se comunica con nosotros: Habla a la mente y al corazón con una voz delicada y apacible.
El Señor enseñó: «Hablaré a tu mente y a tu corazón por medio del Espíritu Santo que vendrá sobre ti y morará en tu corazón. Ahora, he aquí, éste es el espíritu de revelación» (D. y C.8:2–3). Aunque este tipo de revelación puede ejercer un efecto intenso en nosotros, casi siempre se produce de una manera tranquila, como una «voz apacible y delicada» (véase 1 Reyes 19:9–12; Helamán 5:30; D.
- Y C.85:6).
- Nos habla a través de nuestros sentimientos.
- Aunque a menudo describimos la comunicación del Espíritu como una voz, se trata más de una voz que sentimos que de una que escuchamos.
- Nos brinda paz.
- Al Espíritu Santo se le conoce a menudo como el Consolador (véase Juan 14:26; D.
- Y C.39:6).
- Al revelarnos la voluntad del Señor, «hablará paz» a nuestra mente (D.
y C.6:23). Véase también Dones espirituales; Escrituras; Espíritu Santo; Fe; Oración; Reverencia —Véase Leales a la fe, 2004, págs.158–162 : Revelación | Comunicación de Dios con Sus hijos en la Tierra